Tal es la expresividad de la pintura que todo apunta a que aquel sangriento juicio celebrado en el Mercado Grande fue el motivo de inspiración de Berruguete, pudiendo aventurar incluso con Adelina Labrador que el pintor presenció el macabro proceso público donde se juzgó y condenó a los supuestos autores del crimen del Niño de La Guardia. Esta pintura permaneció siempre en el Monasterio de Santo Tomás, hasta que fue comprada por el Estado en 1867, conservándose actualmente en el Museo del Prado, en cuyo catálogo se describe: “Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán. Tabla 1,54 x 0,92. Desde una tribuna con dosel dorado, preside el santo, entre seis jueces, uno de ellos dominico, otra porta el estandarte de la Inquisición, con la cruz florenzada; acompáñanles hasta doce inquisidores. A la izquierda, en otra tribuna, los condenados; otro con sambenito y coraza es exhortado por un fraile. A la derecha, dos reos desnudos en el quemadero; dos al pie con sambenito y coraza y letreros condenado erético: soldados y otras personas”.
Igual que Berrugete reflejó con extraordinaria precisión el Auto de Fe de Ávila, también lo hizo con igual dramatismo el pintor Francisco Rizi sobre el Auto de Fe celebrado en la Plaza e Madrid en 1680, en el que fueron condenados a la hoguera veintiuno de los ochenta reos juzgados. Parecía entonces, como si las plazas se hubieran convertido en escenarios macabros, pues así ocurrió también en los Autos de Fe celebrados en Valladolid en 1559 y en Toledo en 1605, por ejemplo.
La resolución del terrible caso del Niño de La Guardia que se juzgó en Ávila fue asumida como doctrina política y religiosa de las ideas antisemitas imperantes durante siglos. Tanto fue así, que un siglo después Lope de Vega, quien firmaba sus obras haciendo constar que era familiar del Santo Oficio, compuso entre 1604 y 1917 una comedia sobre dicha tragedia. En ella, el autor, identificado con la causa inquisitorial, reproduce en escena el horror de la crucifixión y martirio del niño, lo que provocaba una profunda angustia entre el público, predisponiéndole a justificar la quema de los culpables. Qué distinta era esta obra de aquella Comedia de San Segundo que escribió Lope de Vega en 1594 para el santo de Ávila, la cual fue representada en el patio de comedias de la Magdalena de ese mismo año. Se desconoce si la obra teatral sobre el Niño de la Guardia fue representada en Ávila, lo que, no obstante, bien pudo haber tenido lugar durante los días 27 y 28 de 1615, cuando se celebró la traslación definitiva de los restos de San Segundo con la asistencia del propio Lope de Vega.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
(Foto: “Auto de Fe” en la Plaza del Mercado Grande?, Pedro Berruguete, h. 1493)