920350000 Plaza del Mercado Chico,1

Mercado grande. Crónica 25. El cinematógrafo natural

25. Crónica 25Entrados en el siglo XX la plaza del Mercado Grande se convierte en el lugar donde se proyectan las primeras películas del primitivo cinematógrafo inventado en 1896.




Estas representaciones se hacían en barracas y barracones de feria, y en instalaciones ambulantes y provisionales. Ya en 1898 la prensa local se hizo eco del espectáculo cinematográfico “bien presentado” y con “buena colección de vistas” que se celebró en junio, coincidiendo con la feria de ganado de San Julián, en el Mercado Grande, en el mismo lugar donde también se había instalado un fonógrafo que ofrecía audiciones de “cuentos picantes” y un repertorio de “cante jondo” por cinco céntimos.

Entonces el cine todavía era un espectáculo de feria, y por ello era una atracción que solía tener lugar con tal motivo, y aún tardaría en apreciarse como un verdadero arte que superara la realidad de las cosas, los paisajes y los monumentos, de ahí el siguiente comentario sobre las proyecciones en las fiestas de 1913: “El cinematógrafo natural es mucho más interesante que el artificial, no cabe duda… La cinta más bonita en conjunto que en Ávila podemos observar al natural, es la que nos ofrece el paseo de la Plaza del Alcázar en plena fiesta y noche espléndida”, publicó El Diario de Ávila de 28 de junio de 1913.

La plaza y sus alrededores no tardó en convertirse en un hervidero de proyecciones cinematográficas, pues en enseguida se instalaron el Cinematógrafo Mr. Brisac (1904) en el Mercado Grande, el Cinematógrafo Lumière (1905) también en la plaza del Alcázar, el Palacio Luminoso en la calle San Segundo (1906), el Cinematógrafo Pinacho (1906) en la plaza del Alcázar, la sala del Café de la Amistad de “Pepillo” (1906) también en el Mercado Grande, el Coliseo Abulense (1906) en la calle Estrada, dos cines más en “Pepillo” (1922), y el Cine Lagasca (1956) en la calle Comandante Albarrán, como bien ha documentado Emilio C. García.

Por su espíritu emprendedor merece destacar aquí D. José Álvarez Portal “Pepillo”, pues a él se debe la magia del cine que se respiraba en el Mercado Grande desde el “Café de la Amistad” y el “Coliseo Abulense”, al hacer de sus salas los centros cinematográficos por excelencia durante los años del cine mudo, donde además se celebraban también espectáculos musicales, teatrales y de variedades. De todo ello se contagiaba la plaza del Alcázar, donde todavía continuaron proyectándose películas en barracas durante las ferias, contagio que se producía igual que antiguamente ocurría con las comedias de la Magdalena o los toros del coso de San Pedro.

Jesús Mª Sanchidrián Gallego

(Foto: Plaza del Mercado Grande o del Alcázar y calle San Segundo, Tarjeta postal Lucas Martín, 1910)

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