920350000 Plaza del Mercado Chico,1

Mercado grande. Crónica 27. El niño de la guardia y auto de fe contra los judíos.

 

27. Crónica 27 El relato de tan desgraciado acontecimiento es una constante en los estudios históricos de la ciudad. Todos los historiadores locales y cronistas de Ávila que reseñan el suceso, sitúan el mismo en la plaza del Mercado Grande y el atrio de San Pedro, un lugar que les resulta enormemente familiar.


La plaza se convierte entonces en un espacio arquitectónico que constituye uno de los elementos materiales definitorios del primer Auto de Fe que el Tribunal de la Inquisición celebró en la ciudad. Con ello, Ávila fue el marco de un proceso, conocido como el del Niño de La Guardia, con el que nada tenían que ver sus habitantes, entre los que también había de procedencia judía. Efectivamente, no existía en la ciudad el fanatismo visceral antisemita que pareció deducirse del proceso que Fray Tomás de Torquemada había promovido en Ávila contra el judaísmo.

La plaza del Mercado Grande amaneció aquel fatídico día del 16 de noviembre de 1491 engalanada con un gran tablado instalado en frente a la iglesia de San Pedro. Una enorme multitud llenaba la plaza dispuesta para el disfrute de un extraordinario y sangriento espectáculo que llevaba días preparándose. Ese día, el Tribunal de la Inquisición se constituyó en el Mercado Grande de Ávila para celebrar el juicio histórico contra los judíos. Los cargos habían sido formulados un año antes contra Jucé Franco, judío vecino de Tembleque, y contra los conversos Alonso Franco, Lope Franco, García Franco, Juan Franco, Juan de Ocaña y Benito García de las Mesuras, vecinos de La Guardia (Toledo), y mosén Abenammias, judío de Zamora.

Se les acusaba de herejía, apostasía y proselitismo judaico, y principalmente del crimen y muerte de un niño cristiano de tres o cuatro años al que martirizaron. El móvil atribuido a los supuestos criminales era que éstos querían dar muerte a los cristianos y los inquisidores mediante un extraño ritual y hechizo. Según el Tribunal, para llevar a cabo tan bárbara empresa, los acusados raptaron y crucificaron a un niño y le arrancaron el corazón, el cual debían quemar junto con una hostia del santísimo sacramento, y con las cenizas envenenar el agua del que bebían los cristianos, lo que les causaría la muerte. La sentencia dictada en el proceso condenó a los acusados a morir quemados en la hoguera, lo que se produjo en el lugar conocido como “el brasero de la dehesa”, sito en el Valle Amblés cerca del puente de Sancti Spiritus.

El Auto de Fe fue un triste espectáculo para los judíos abulenses que pronto se vieron acorralados, maltratados, insultados, e incluso apedreados por sus vecinos, tanto que tuvieron que pedir protección a la corona. Y no había pasado un mes desde la celebración del Auto de Fe, cuando el 9 de diciembre de 1491, paradójicamente también en el Mercado Grande, pudo escucharse al pregonero municipal leer una carta de seguridad, mediante la cual los Reyes Católicos ponían bajo su protección a los judíos de Ávila:

Tomamos e reçebimos a la dicha aljama e judíos de la dicha íbdad de Áuila e a sus mugeres e fijos e criados e a todos sus bienes so nuestra guarda e amparo e defendimiento real… para que los non maten nin fieran nin lisien nin enbarguen nin tomen nin ocupen cosa alguna de los suyo.

Poco duraron las garantías de protección real dadas a la comunidad judía de Ávila, porque el 31 de marzo de 1492 los Reyes Católicos promulgaron el Edicto de Expulsión de los judíos de España, justificado en gran medida por el montaje espectacular realizado entorno al Auto de Fe del Mercado Grande de Ávila, con el que se consiguió magnificar una oscura causa identificadora de los males de España. La trascendencia y publicidad desproporcionada del siniestro acontecimiento del Niño de La Guardia, perfectamente expuesto por José Belmonte en su libro sobre la Inquisición en Ávila, fue enorme y sirvió de catalizador contra el pueblo judío, por lo que el Edicto de Expulsión quedaba anunciado desde entonces. En consecuencia, unas 270 familias de judíos tuvieron que abandonar Ávila con destino a Portugal acompañados de los desgraciados recuerdos del Auto de Fe del Mercado Grande, y con ellos se iba una parte importante de la identidad histórica y cultural de la ciudad en la que nacieron y vivieron, y donde también estaban sus raíces familiares. Con su marcha, la ciudad sufrió una considerable regresión económica, comercial y mercantil de la que tardaría mucho tiempo en recuperarse.

Jesús Mª Sanchidrián Gallego

(Grabado: “El Santo Niños de la Guardia”, aguafuerte Luengo, 1721, Biblioteca Nacional)

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