A través de la imagen observamos que la muralla en toda su extensión es recorrida por penitentes en procesión, por jinetes a caballo, por deportistas a la carrera o en bicicleta, por saltimbanquis y músicos haciendo pasacalles, por poetas de ronda, por turistas, o por teatreros y comediantes que siguen la ruta del adarve como antiguos centinelas.
El recorrido visual por la muralla no pretende detenerse en su evolución arquitectónica, sino recrear su imagen como parte escénica de la historia de la ciudad. La singularidad de antigua actividad mercantil de Ávila se mantiene en los mercados semanales de verduras y telas que se retratan. Los fríos y nevados inviernos ofrecen bellas estampas. El “Ávila de los Caballeros” encuentra en las exhibiciones hípicas una hermosa armonía con los la vieja muralla. La rica historia de la ciudad se transmite de boca en boca y se teatraliza cada año en rondas y leyendas, lo que se muestra en quietas imágenes, a la vez que las tres culturas de Ávila, mora, judía y cristina, encuentran en la celebración del mercado medieval la quietud retratada.
En la contemplación de las fotografías descubrimos la música popular de dulzaina y tamboril, el sonido de las cornetas tambores, las notas de la banda municipal, los conciertos de voces corales y orquestas clásicas, y otras músicas que alegran bailes, pasacalles, procesiones, marchas, noches estivales, certámenes y numerosas manifestaciones lúdicas y festivas. Y en estas expresiones artísticas la muralla es un privilegiado palco escénico que todo lo magnifica para un mejor disfrute de la representación.
A través de la cámara se capta una multiplicidad de situaciones llenas de emotividad y sentimientos. Así, la piadosidad cristiana tiene su máximo exponente plástico en la semana santa y las celebraciones religiosas en honor de santos y patrones; los fuegos de artificio rompen la negritud de la noche que contrasta con el fotogénico almenado luminoso; el divertimento del circo trajo animales exóticos que dejaron imágenes casi imposibles; las competiciones deportivas ganan en belleza y plasticidad cuando corredores y ciclistas toman la muralla; el Mercado Grande es punto de entrada al recinto amurallado y siempre es lugar de encuentro de los abulenses; finalmente, el arte pictórico se apodera de la ciudad que posa como modelo, también para el fotógrafo. Con todo, se enriquece la visión de la muralla y se transmiten sus valores universales a través de la mirada, a lo que contribuye sin duda el ameno catálogo publicado por el Ayuntamiento de Ávila.
Las instantáneas recopiladas en este libro presentan una función de la muralla distinta a la que guió su construcción. Efectivamente, la muralla nació con fines militares y bélicos para defender la ciudad. También sirvió para preservar a sus habitantes de epidemias y contagios externos, e incluso ejerció de barrera aduanera y de sistema de recaudación fiscal. Ahora, su valor monumental y artístico mundialmente reconocido parece cobrar vida propia gracias a la presencia humana, y es que precisamente la actividad del hombre y sus múltiples manifestaciones revalorizan más aún su identidad.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
(Foto: Ávila telón de fondo. JM Sanchidrián, 2004)