La creación en Ávila de la Administración Militar en 1875, instalada en el Palacio de Polentinos, transformada tiempo después en Academia de Intendencia, atrajo la cámara del francés J. David, quien tenía estudio en París en la rue de Courceilles a Levallois y estaba especializado en retratos de grupos de soldados en los acuartelamientos, además de ser el editor de un álbum del Vaticano.
Azorín, como tantos otros artistas e intelectuales, admiró las fotos de Jean Laurent (1816-1892) y las utilizó como fuente de inspiración de su obra literaria. Así, en Castilla (1912) escribió sobre Ávila: "¿No habéis visto esas fotografías de ciudades españolas que en 1870 tomó Laurent? Ya están casi desteñidas, amarillentas; pero esa vetustez les presta un encanto indefinible.
“Casi perdida entre la niebla del crepúsculo y encerrada dentro de sus dentellados murallones, la antigua ciudad, patria de Santa Teresa, Ávila, la de las calles oscuras, estrechas y torcidas, la de los balcones con guardapolvo, las esquinas con retablos y los aleros salientes. Allí está la población, hoy como en el siglo XVI, silenciosa y estancada”,
La ciudad amurallada es una de las imágenes universales con la que tradicionalmente se identifican Ávila y sus gentes. Rescatar la mirada de nuestros antepasados a través de su representación gráfica o de las viejas fotografías supone entonces revitalizar su atractivo místico y guerrero que tanto cautivó a viajeros y artistas.
Qué recuerdo más entrañable el de Claudio Sánchez Albornoz (1893-1984), escrito desde su exilio argentino para el libro sobre Ávila que dirigía Baldomero Jiménez Duque y editado con motivo del IV Centenario del Tránsito de Santa Teresa de Jesús y en Homenaje al Papa Juan Pablo II. El texto se presenta como el sentimiento de toda una vida añorando Ávila y el Mercado Grande, y toda la vida de la ciudad resumida en un instante pasional:
La primera novela de Miguel Delíbes (n.1920), La sombra del ciprés es alargada, con la que obtuvo el premio Nadal en 1947, toma la ciudad de Ávila para desarrollar la acción de sus personajes. La plaza del Grande es la antesala del recinto amurallado y del mirador del valle, donde se mezclan y confunden los profundos sentimientos del protagonista: