Los soportales de arcos de medio punto orientados al sur fueron proyectados en 1868 por el arquitecto Ángel Cossín, mientras que los edificios de la manzana que da fachada al norte sufrieron sucesivas renovaciones desde finales del siglo XIX, la más importante debida al arquitecto y académico Juan Bautista Lázaro, siendo su diseño actual el ideado por el arquitecto Rafael Moneo.
Cierran la plaza por el Este los soportales del histórico café “Pepillo” y la impresionante iglesia de San Pedro.
Por el norte, confluye en el Mercado Grande la calle de San Segundo, Obispo patrón de la ciudad. Su trazado bordea el lienzo de la Muralla de desmochadas almenas y caserío adosado, dejando a un lado la Catedral, la Casa de las Carnicerías y el antiguo Hospital de San Martín o Casa de Misericordia, hasta enfrentarse con la basílica de San Vicente. Detrás del templo, sobresale la torre de la iglesia de San Andrés, y a la derecha el edificio de la antigua Inclusa, a cuya espalda se encuentra el arruinado convento de San Francisco rodeado de sus huertas y de varios grupos de viviendas sociales de reciente construcción y otras para obreros de finales del siglo XIX promovidas por la familia Nebreda.
En paralelo a la calle de San Segundo se asoma a la plaza del Grande la calle Estrada, donde se halla el Coliseo Abulense. Por esta calle se accede al palacio de los Serrano, sede del gobierno civil, al palacio de los Deanes, sede entonces de la Escuela Normal, y a la iglesia de Santo Tomé que se utiliza como garaje. A un lado se levanta imponente el Colegio Diocesano recientemente construido sobre el solar del antiguo seminario de San Millán, detrás del cual descuella la espadaña de la iglesia de San Gil del antiguo convento de los Jerónimos junto al antiguo cuartel de la Guardia Civil.
En el horizonte se atisban el monasterio de la Encarnación, el matadero, el “Pradillo”, las huertas de “Prado Sancho”. En medio, el caserío de viviendas.
(Jesús Mª Sanchidrián Gallego).