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La Muralla en la mirada. Crónica 24. Ávila alza su corona de granito

24La representación gráfica de la ciudad encuentra en las guías turísticas un extraordinario escenario gracias a la fotografía de autor,  y buenos ejemplos los encontramos en la Revista Geográfica Española (1951), en la guía de Ávila de 1957 que publicó Camilo José Cela con fotografías de Eugen Haas, en las fotos de Nicolás Muller  cuyas imágenes abulenses junto a las de Loygorri se, ncluyeron en Rutas de España (1963), en la guía de 1965 de Luís Belmonte con fotografías del abulense  Antonio de la Cruz Vaquero.


Estamos en 1951, año en el que la Revista Geográfica Española dedica el número 31 a los “Castillos de Madrid y Ávila” con textos de Ángel Doctor. En esta ocasión llaman la atención las hermosas fotografías de V. Salas del lienzo norte de la muralla, la puerta de San Vicente y del ábside de la catedral, tres de los iconos emblemáticos de la cerca abulense que tanto atraen a los visitantes del momento, igual que también ocurría un siglo atrás. También se incluyen en la revisa imágenes de Arévalo, Madrigal, Barco, Arenas, Mombeltrán, Sotalbo y Las Navas, todo un repertorio provincial.

La guía de Cela ha sido objeto de numerosas ediciones, pero es  en la de 1957, con  unas cincuenta fotografías de Eugen Hass, y en la de 1960, con otro medio centenar de  imágenes tomadas por Antoni Campañá y Andreu Puig, Tormo, Catalá Roca y Eugen Haas,  cuando la fotografía impresa en huecograbado recobra especiales connotaciones pictorialistas de gran belleza, y de nuevo las murallas, el paraje de los Cuatro Postes, la ermita de San Segundo, el puente Adaja y diversas vistas sobre la ciudad aparecen con un merecido protagonismo. A la vista de imágenes similares, Dionisio Ridruejo escribió en 1968 para el libro Castilla la Vieja “Ávila rezuma Castilla en el aire que respira y que la circunda, en la límpida atmósfera  que la envuelve en un algo indefinible y alado”), texto que en la edición de 1974 estaba profusamente ilustrado con fotografías de  Francés Catalá Roca y Ramón Camprubí donde Ávila y toda su grandeza aparecen justamente representadas por estos fotógrafos de la vanguardia catalana.

En estos años cincuenta, Nicolás Muller (1913-2000), fotógrafo húngaro de origen judío nacionalizado español  en 1948, fue el retratista de la élite intelectual y de los pueblos de España, también de la provincia de Ávila, en cuyo recorrido nos dejó una bella imagen titulada Lavanderas de Arenas de San Pedro, y otras de Gredos y de Madrigal de las Altas Torres, al mismo tiempo retrató al pintor Eduardo Chicharro mientras pintaba uno de sus cuadros sobre tipos de Ávila.

En el mismo libro de Rutas de España (1963) donde se publican las fotos de Muller, la ciudad de Ávila aparece retratada desde el atrio de San Vicente por Loygorri. Este autor, colaborador también de La Esfera, Blanco y Negro  y El Norte de Castilla, también  dibujó  la imponente muralla en el detalle de la puerta de San Vicente captando su especial y singular atractivo para los viajeros.

“Asentada en un elevado risco, Ávila alza su corona de granito, como una página roqueña de la historia de Castilla. En la amplia meseta castellana, abrupta y difícil, Ávila es un romance heroico y legendario, un cantar de gesta. Sobre su caserío se alzan torres y espadañas, aunándose lo místico y lo bélico”, escribió Luís Belmonte Díaz en la  Guía de Ávila (1964) que ilustró con bellas fotografías Antonio de la Cruz Vaquero, fotógrafo abulense que y antes había colaborado en el libro El Alma de Larreta se llama Ávila (1949) de Rafael Gómez Montero. La fotografía de Antonio de la Cruz sobresale por la técnica avanzada que pone al servicio de nuevas perspectivas y ambientes que presentan el cielo y la luz de Ávila, y las originales vistas y panorámicas de la ciudad amurallada responden a esta idea.

En la misma línea, destacamos también las fotografías de Santos Delgado San Román, un inquieto aficionado que regentaba la más antigua librería de la ciudad, la Librería Católica, la cual todavía sigue abierta en la calle Don Gerónimo regentada por su hijo Gonzalo Delgado Veredas. Santos Delgado  colaboró en la ilustración de folletos turísticos y algunos libros, además de hacerlo especialmente para el gabinete de prensa del Gobierno Civil, para el que retrató varios acontecimientos sociales celebrados en la ciudad. Entre los libros ilustrados por Santos Delgado cabe citar Ávila en las Letras (1958), donde también se incluyen fotografías de Verdugo, y Ávila. España en Paz (1964). El primero de ellos recoge un texto de Marcial José Bayo Fernández, quien dice en la introducción “Ávila me conmueve más que nunca”, y el segundo es una exposición triunfalista de las bondades del régimen de entonces redactado por el gabinete de prensa del Gobierno Civil. En ambos casos, la fotografía de Santos Delgado es una fotografía testimonial, fiel al espíritu que respira la ciudad de aquellos años, donde la muralla fortaleza consolida una ciudad pétrea y fría.

  Actualmente, la “democratización” de la fotografía ha hecho posible una ingente circulación de vistas de la muralla, a la vez que estas imágenes proliferan en libros, periódicos y revistas, y son muchas las guías que llenan los escaparates, entre las que sobresale la escrita por Félix Hernández en 1972, por lo que hemos tenido que reducir el espacio temporal de los textos seleccionados.  

Jesús Mª Sanchidrián Gallego

(Foto: La muralla como escenario teatral. Santos Delgado San Román, hacia 1920. Colec. Gonzalo Delgado Veredas).

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