Ávila ajardinada en blanco y negro. Crónica 7. Desde el cerro de San Mateo
En una perspectiva general y panorámica, cobra especial relevancia la primera vista que se conoce de Ávila, la dibujada en 1570 por Anton Van den Wyngaerde, artista flamenco nombrado por Felipe II pintor de cámara y a quien familiarmente se le conocía en España como Antonio de las Viñas. El extraordinario dibujo de la ciudad que hizo Wyngaerde desde las inmediaciones del cerro de San Mateo, responde a la idea de la época asentada en que la importancia de un reino descansa en la imagen de las ciudades que lo conforman.
Ciertamente, la ciudad era el marco en que se desenvolvía la cultura. Es el rostro monumental de un territorio, de un señorío, de un reino. En su perímetro se encierra lo civil y lo religioso. Es el refugio del hombre libre, al amparo de las murallas, que hablan de defensa de unos moradores protegidas por los fueros.
La panorámica de Wyngaerde, de una admirable fidelidad fotográfica, será un referente constante en las imágenes y vistas de Ávila, tanto que todavía hoy día puede contemplarse la misma realidad reflejada entonces, sin grandes cambios o transformaciones urbanas, donde Ávila aparece desnuda de arbolado, dura y agreste tierra mesetaria.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
(Foto: Vista desde el cerro de San Mateo. Anton Van den Wyngaerde, 1570)
Publicado en
Crónicas Abulenses IV