No sobresalen en la panorámica trazada desde el oeste llamativas masas arbóreas que hablen de una ciudad boscosa o ajardinada. Sin embargo, llama la atención la arboleda del río Adaja situada en primer plano, la frondosidad del atrio de la ermita de San Segundo, los paseos arbolados de la ronda norte y del Rastro, y la alameda de los entornos de Santa María de la Cabeza y la Encarnación. Ello no siempre fue valorado positivamente, sino más bien al contrario, como apreció equivocadamente el inglés F.H. Deverell en 1878 al afirmar que “los castellanos parecen tener verdadero odio a los árboles”.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
(Foto: Vista panorámica. Ángel Redondo de Zúñiga, hacia 1900)