Ávila ajardinada en blanco y negro. Crónica 10 Ávila la casa
La visión espectacular que se ofrece al viajero que llega por la carretera de Salamanca cautivó a Unamuno en 1921 cuando llegó desde la ciudad charra:
“En esto se nos apareció Ávila de los Caballeros, Ávila de Santa Teresa de Jesús, la ciudad murada...
“En esto se nos apareció Ávila de los Caballeros, Ávila de Santa Teresa de Jesús, la ciudad murada...
Se nos apareció encendida por el rojo fulgor del ocaso del sol que abermejaba sus murallas, en una rotura de un día aborrascado. El ceñidor de las murallas de la ciudad subía a nuestros ojos; a un lado de él, fuera del recinto de la urbe, la severa fábrica de la basílica de San Vicente, y en lo alto, dominando Ávila, la torre cuadrada y mocha de la catedral. Y todo ello parecía una casa, una sola casa, Ávila la Casa”.
Y como gran casa solariega se abre al campo por paseos arbolados de entrada y salida del recinto amurallado como bien mandan las ordenanzas dieciochescas, y en los patios y huertas reluce el verdor que resiste a la dureza del clima de la meseta castellana, mientras el Adaja se arropa con choperas frondosas y la ciudad pétrea enseña su escasa vegetación que sobresale en las antiguas alamedas de San Antonio, El Rastro y Santa María de la Cabeza.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
(Foto: La ciudad amurallada. Millán y Donon, litografía. Hacia 1875)
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Crónicas Abulenses IV