El hecho mismo de seleccionar las imágenes que presentan los paseos y jardines abulenses como iconos que se multiplican en tarjetas, supuso entonces una puesta en valor de los mismos, y a la vez signo de progreso y modernidad de una ciudad que se resistía a quedar anclada en el pasado.
El tiempo parece haberse detenido en las viejas estampas, y sólo la visión de la realidad cotidiana que nos rodea permite percibir su paso, es como si la evolución y crecimiento vegetativo de los jardines mostrara también la de una ciudad impasible. Su representación fotográfica nos muestra cómo las gentes disfrutan de los espacios verdes sombreados de árboles que hoy se nos hacen centenarios, niños y mayores disfrutan de la naturaleza urbana mientras posan para ser retratados.
Las vistas de los parques y jardines de Ávila, y más concretamente los llamados de San Antonio, el Rastro y el Recreo surgen ahora con preferencia entre las más populares de la época como las Murallas y sus puertas, la Catedral, la basílica de San Vicente, el monasterio de Santo Tomás, la plaza del Mercado Grande y la puerta del Alcázar, el puente sobre el Adaja, la Academia de Intendencia, el monasterio de La Encarnación, la Casa de las Carnicerías, el Balneario de Santa Teresa, la plaza del Mercado Chico, la plaza de las Vacas, los palacios y los arrabales de la ciudad, entre otras.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
(Foto: Jardín del Rastro. Tarjeta postal, hacia 1955)