Ávila ajardinada en blanco y negro. Crónica 26. El Jardín del Rastro y el Paseo de Calderón (2)
“Dado que hace más a menudo frío que calor, (Ávila) ha vuelto la cara y abierto las ventanas al sol. Desde el paseo de El Rastro la vista domina, por consiguiente, el aspecto más agradable y más humano del campo. A los pies se tienden los tejados de un barrio pintoresco, no exento de iglesias y campanarios; más allá, en el campo, se levanta el gran monasterio de Santo Tomás; se ven las largas carreteras derechas, a veces bordeadas de árboles, que cruzan el amplio valle, y puede incluso vislumbrarse el río”, escribió Jorge Santayana en fragmentos de su autobiografía.
Con el paso del tiempo desapareció la escultura de Calderón, y se dotó de una fuente ornamental, así como una moderna biblioteca pública proyectada por el arquitecto municipal Clemente Oria en 1933, luego reconstruida por el arquitecto municipal Armando Ríos, lo que acrecentó el carácter cultural del jardín al que se añadió un busto del poeta Rubén Darío levantado en una nueva jornada festiva de 1973.
Jesús Mª Sanchidrián Gallego
(Foto: Jardín del Rastro desde el balcón de Dña Guiomar, hacia 1898)
Publicado en
Crónicas Abulenses IV