

Son numerosas las informaciones que guardan las actas del ayuntamiento y las intervenciones que hicieron los arquitectos municipales, destacando entre ellos Eduardo Vázquez de Zúñiga en 1863, Ángel Cosín en 1875 y Emilio González en 1914. También hubo épocas de sequía, abandono y “atentados” que hicieron peligrar la supervivencia del arbolado, tanto que a partir de los años veinte, y ya entrada la segunda mitad del siglo pasado, el parque presentaba una imagen poco alentadora, como bien ha estudiado Sonsoles Nieto Caldeiro.

La recreación plástica y visual de los paseos y jardines de Ávila tiene uno de sus mayores exponentes en la fotografía, y más concretamente en las fotografías antiguas y en las viejas tarjetas postales que tanto proliferaron en la primera mitad del siglo XX. A través de ellas observamos la querencia ciudadana por estos espacios que alcanzaron para los viajeros la misma relevancia que los monumentos de la ciudad histórica.
La representación gráfica de Ávila y sus jardines se encuentran su reflejo en los distintos planos que se hicieron de la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Además, también aportan información valiosa los proyectos que hicieron los arquitectos municipales sobre distintas intervenciones realizadas a para atender el embellecimiento y mejora de los parques urbanos con los que señoreaban sus habitantes.
Los jardines y paseos de San Antonio, el Recreo y San Roque surgen santificados por los fundadores de los conventos de San Antonio, Santa Ana y Las Gordillas, y a la sombra de los paredones de sus huertas, aspecto que destacó Antonio Veredas:
“Entre todos los innumerables paredones abulenses, ninguno es tan popular y favorecido por la amistad general como los que se extienden al largo del paseo de San Roque y del jardincillo del Recreo, con sus bancos corridos que yo comparo a las repisas que hay en algunos hogares, abarrotadas de muñequitos y otras lindezas” (“Cuadros abulenses”, 1937).